miércoles, 19 de junio de 2013

Quién guarda la felicidad?, quién la esconde, quién la vende, dónde la cosechan?...
Quién reparará mañana por mi?, a quién le importa mi destino?, quién pudiera acunarme entre sus brazos?.


Quién pudiera darme al menos por cinco minutos su alma,
quién pudiera cambiarme los piés, y ponerme sus huellas detrás de mis pasos...

Quien pudiera borrar mi camino, quitarme éste cieno de mis viejos zapatos?
Quién pudiera llevarse todo recuerdo maligno, que ha hecho de ésta persona verde una ligera anciana?...

Todo lo que empeño es este corazón molido, éstas manos áridas, éstas rimas brutales.
Aprieto entre las uñas un último deseo furtivo, un suspiro al Universo en forma de divina oración.

martes, 11 de junio de 2013

En lo más profundo de nuestro interior deseamos que la realidad sea amable y afable en su mayoría de tiempo.
Pero por qué no considerar la idea de que en verdad el mundo no sea realmente el sitio más propicio para nuestra tolerancia y sensibilidad?,
por qué considerar que si viviésemos en el sol, nos quemaría en pocos segundos?,
por qué considerar que en otros planetas, sin atmósfera, tampoco habría subsistencia?,
entonces por qué considerar tan confortablemente habitable y perfecto éste planeta Tierra?.

No lo es, para nada en sí mismo.
Es imperfecto, tanto como nosotros.
Y eso lo vuelve cruel, yo diría que la mayoría de las veces.

No lo es, vamos a tener que cargar con éso.

lunes, 3 de junio de 2013

Un extraño calambre me atraviesa los nervios,
subiendo lento a lento, como hecho de fuego, o de rayo.

Inanimáda, una psiquis sórdida en pena ,
se relame con ansias de despejar sus obstáculos.

Me encierro en mis pensamientos, fijando mis oidos, mis ojos, mi aliento;
soy sólo una entrega que nadie ha cobrado.

Saluda mi cuerpo un halo de gracia,
envuelve mis senos dos mil dedos palpando.

A quién desoriento?, son sólo mis manos!,
Y entre mis cavidades  y mi alma desahuciada, nace a gritos, mi pobre orgasmo.

Pero estoy sola, nadie más en mí que esté sudando.
Y toda ésta escena triste, sólo para saberme sola, más que en un desierto desamparado.